En casa, entre las prisas, los deberes, las comidas y las pantallas, muchas veces nos comunicamos en modo automático: "ilávate los dientes!", "ihaz los deberes!", "ideja eso ya!". Pero... ¿cuánto de lo que decimos realmente conecta con nuestros hijos e hijas? ¿Y cuánto de lo que ellos sienten, piensan o necesitan llega a nosotros?